dimarts, 3 de febrer del 2009

El cliente no tiene ni puta idea o el diseñador va de "sobrao"

Programada dins la V Trobarasca Disseny & Birres i servint de colofó a un vespre farcit de bones sensacions, reproduïm a continuació la interessant reflexió de Màrius Gómez entorn un tema amb el que tots hem hagut de batallar alguna vegada; la sempre especial relació entre dissenyador i client. Llegiu amb atenció i que aixequi el dit qui no s'hi senti identificat.


Hace bastantes años, cuando empezaba en esto del diseño, diseñé un logotipo para una empresa y al verlo, su propietario/cliente me hizo este comentario: “me gusta, hemos tenido suerte y lo has acertado a la primera”. Esta frase, aparentemente banal, me hizo reflexionar sobre la relación del diseñador y su cliente, y posiblemente ha condicionado mi trayectoria profesional.

Han pasado los años y todavía no tengo respuesta para la pregunta "El diseño ¿es cuestión de suerte?" ni para el dilema que da nombre a esta ponencia.

El cliente no tiene ni puta idea o el diseñador va de sobrao"
(una aproximación a lo que hacemos algunos por dinero)

A priori, todo diseñador que se precie, está orgulloso de sus conocimientos. Ha cursado estudios en alguna prestigiosa escuela de diseño; ha tenido profesores con un alto grado de solvencia pedagógica; se ha ido actualizando con cursillos y masters periódicamente; está al dia de las modas y tendencias; recibe información a través de diversos blogs, newsletters, webs y revistas que tratan de su actividad profesional, etcétera. En conclusión, se considera un profesional con un alto grado de preparación y recursos para poder satisfacer las necesidades gráficas y de comunicación de cualquier cliente que llame a su puerta. Yo al menos me siento así, ¿y vosotros?

Hasta aquí todo correcto, cada uno de nosotros controla su futuro pero nuestra actividad profesional es un negocio y como todo negocio, su objetivo es ganar el máximo de dinero con la mínima inversión en recursos propios y tiempo de dedicación. Aquí es donde entra la variable: EL CLIENTE.
El cliente es una persona, habitualmente muy buena en lo suyo (por ejemplo fabricar tornillos para automoción), que por diversas razones llega a la conclusión de que necesita un logotipo y... contacta con un diseñador.

En ese momento empieza una guerra de poder a poder. El diseñador intenta conseguir algún agarradero para poder empezar a construir un logotipo que como mínimo cumpla 4 objetivos.
1. Que sea bueno gráficamente (equilibrado, original, armónico, etc.)
2. Que sea la parte visible de la marca de la empresa de su cliente.
3. Que pueda sentirse orgulloso y poder enseñarlo como ejemplo de su profesionalidad.
4. Que le guste al cliente.

Después de conseguir las tres primeras, el diseñador lo enseña al cliente y entonces empieza el trabajo de verdad. En ese mismo momento el cliente se convierte en diseñador y empieza a diseñar él el logotipo.

¿Que hacemos entonces?
1. Intentamos argumentar ampliamente los criterios que nos han llevado a esa solución.
2. Dejamos que nos dé alguna idea genial sobre nuestro diseño y la adaptamos, pero intentando respetar al máximo nuestra idea original.
3. Dejamos que nos indique las modificaciones que a él le apetezcan y se las hacemos sin rechistar.

Preguntas para iniciar el coloquio:
¿El diseño gráfico es cuestión de suerte?
¿Realmente el cliente no tiene ni puta idea?
¿Tu que haces para VENDER tu producto delante del cliente?

2 comentaris:

Anònim ha dit...

M'agrada, hem tingut sort, i l'has encertat a la primera!

Anònim ha dit...

Sabeu que ahir dimarts em va passar el que us vaig dir que no vols que et passi mai?
Em van trucar per demanar un pressupost però ja em donaven les indicacions cromàtiques, tipogràfiques i formals sobre cóm volien el disseny.
El amor en tiempos de cólera...